La educación que en ocasiones incluye y reproduce elementos de exclusión, debe, sobre todo, crear elementos imprescindibles de integración. Esta dialéctica activada por los distintos modelos de desarrollo configura no sólo la práctica educativa, sino también el diseño curricular. La educación no sólo se ocupa de reproducir y transmitir las formas de relación de los distintos actores sociales, sino que es también el lugar donde se encuentran y se generan distintas formas de reacción y oposición. De acuerdo a la educación el legado dejado por Simón Rodríguez, educador de hombres libres, es muy importante pues presenta a la educación como algo así como un Derecho Humano, totalmente inalienable, para él cual todos deberían tener la oportunidad de acceder y así integrarse a la sociedad, conocerla, reconocerla y así poder subsistir en ella y ser altamente competitivo.
Pues bien, exclusión e integración son dos potencialidades presentes en el quehacer pedagógico, producto ambos de procesos de aprendizaje en los que toda persona se enmarca al ser parte de un proyecto político y social.
Simón Rodríguez creía que él con sus concepciones de igualdad podía fundamentar las Bases para una Educación de Calidad que se estructura de manera clara en dos conceptos importantes y que dignifican en todo sentido a cualquier ser humano, que las personas tenga la oportunidad de trabajo productivo y de educarse en los aspectos más importantes de la realidad.
Esta tarea toma mayor vigencia cuando asumimos que lo que queremos de la educación es justamente que sea una herramienta de integración social, es decir Educación para la Integración, que pueda desarrollar la capacidad de la persona humana de ser parte, de manera autónoma, activa y solidaria, de los procesos sociales en los que le corresponde desenvolverse.
La idea fundamental es que seamos capaces de formar personas, ciudadanos, solidarios, conscientes y críticos, que seamos capaces de emprender “algo nuevo”, es decir, renovar el mundo, la situación y condiciones de la gente, a través de actos profundamente conscientes y responsables, vale decir transformadores.
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